Y uno tiene que seguir chambeando. La reacción en las redes sociales es indignación. La gente cree que México es sólo el DF y la delegación Miguel Hidalgo, cree que la dignidad puede sobre la necesidad. Ayer en la fila del pan escuché que el PRI andaba comprando votos por $2500 y el PRD solamente ofrecía $1000 ¿Qué hacer frente a la necesidad? Pues lo venden al mejor postor y a ver que viene después, pero por lo pronto libraron la quincena. Yo no sé qué motiva al resto de los votantes a sufragar por Peña Nieto, pero mi papá me respondió lo siguiente cuando le pregunté cómo había vivido la crisis del 94, "estaba tan bien que ni la sentí". Cómo he dicho antes, la política es una cuestión de intereses, a mi papá le conviene que vuelva el PRI porque desde que llego el PAN a la presidencia, su negocio se vino abajo y no está en condiciones de arriesgar su estabilidad los próximos seis años con una nueva administración. Este caso no es universal, pero me afecta directamente. Yo no voté por Peña porque es francamente un tarado, pero entiendo las razones de mi padre ¿Y pues qué, lo van a condenar porque ejerció su voto de manera libre? ¿No que mucha democracia? A ver qué se viene, yo viví el sexenio de Gortari nada más y la neta no recuerdo ninguna tragedia máxima (a nivel local).
Ahora, encontré dos artículos que exponen una manera más efectiva de manifestación:
De qué sirve lamentarse cuándo ni siquiera se ha acabado el periodo del chaparrito, mejor fórjese un plan de reacción por si nos quieren llevar al baile ¡No sé deje!
No amo mi patria. Su fulgor abstracto es inasible. Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas -y tres o cuatro ríos.